Tal y como señalábamos en la entrada anterior,
es bueno como padres mantener una actitud firme de rechazo a la violencia en el
deporte en cualquiera de sus formas, empezando por las agresiones y faltas de
respeto verbales. Y ello lo podemos conseguir dando diferentes pasos, en
función de la gravedad de la situación.
En ocasiones, dar una respuesta al propio
agresor en el momento, desde la calma y la firmeza, es suficiente para a que
estas actitudes desaparezcan. Por eso es importante prepararnos para intervenir
en el mismo momento en que ocurren estos incidentes. Es bueno que demos una
respuesta directa; no hablamos de repeler la agresión con otra agresión en
forma de insulto o falta de respeto, porque eso reforzaría su actuación y nos
convertiría a nosotros también en agresores. Pero no vale quedarse callados,
porque esto acaba generando en los chicos y chicas una sensación de
indefensión; ellos no tienen recursos por sí mismos para afrontar este tipo de
conflictos “de adultos” y su figura de referencia le está enviando un mensaje
de pasividad. Resultado en la mente del chico o chica: no queda otra que
callarse y aguantar el chaparrón.

¿Cómo salimos de este bucle para que mi hijo
tenga otra visión de cómo resolver los conflictos? Actuando desde un rol
asertivo; es decir, mostrando nuestra oposición y rechazo a las actuaciones del
padre que insulta y explicándoselo a nuestro hijo, haciéndole ver que no es
tolerable y que hay que ponerle límites. Aquí van algunas recomendaciones
concretas:
1- Cuando detectamos la
primera falta de respeto, nos dirigimos educadamente al padre o madre en
cuestión y le pedimos que deje de hacerlo.
2- Si su actitud no
cambia, lo pondremos en conocimiento del entrenador al acabar el partido o en
los días sucesivos. Siendo discretos y, a la vez, persistentes. Tiene que
llegarle el mensaje de que estamos en desacuerdo con esos comportamientos y que
no los vamos a permitir en el equipo de nuestro hijo o hija.
3- Si no hay respuesta
del entrenador o no hay cambios apreciables en el padre, lo pondremos en
conocimiento del responsable técnico del club, a título informativo, y de nuevo
pidiendo que actúen para poner límites a este padre.
4- Si la escalada
continúa, habrá que poner los hechos en conocimiento de la directiva, apelando
al Reglamento del club que previamente debemos conocer. Y si no lo conocemos,
hay que solicitarlo, ya que es un derecho que tenemos como padres al formar
parte de una institución deportiva.
5- Por último, si las
actuaciones anteriores no han tenido efecto, y en función de la gravedad de las
faltas de respeto/agresiones, hay que plantearse denunciar estos hechos a las
autoridades a través de la Policía Nacional
o la Guardia Civil.
Padres y madres, recordad: con vuestra
actuación estáis enviando un mensaje de protección a vuestro hijo y estáis
transmitiéndole valores fundamentales para su crecimiento personal: respeto,
cooperación, seguridad, amabilidad, diversión, responsabilidad, tolerancia,
bondad… Y la lista podría continuar unas líneas más. Son tantas las ventajas de
intervenir en estos casos que merece la pena hacerlo. Desde Escuela DCP os
animamos a ello.